miércoles, 26 de septiembre de 2012

¿Saben? Nunca he sido amante de los animales. Claro, he tenido mascotas a las que he apreciado muchísimo pero siempre estuvo ahí alguno de mi propia especie para quererme y apoyarme, y siempre pensé en los animales domésticos como fetiches que solapan deficiencias y/o carencias en las relaciones humanas que construimos. A pesar de eso, entiendo y acepto que no poseo la verdad. Y éste vídeo en particular me hizo repensar mis propios paradigmas.
Los hechos: un indigente, un desposeído, un condenado de la tierra conocido como “el señor de las bestias” por estar siempre rodeado de perros a los que alimenta, fue detenido por intentar impedir que la perrera se llevase a un can que estaba durmiendo. Todo esto ocurrió en Toluca, Estado de México, capital de la simulación política y casa de gobernadores impunes.
La reflexión: ¿por qué hicieron esto? ¿Por sanidad? Yo creo que tiene que ver, primariamente, con una cuestión de estética: el señor y su peculiar forma de interaccionar con otros seres no encaja en esa moral que se funda en los valores más propios de la burguesía: la presunción, la altanería, el cinismo y por supuesto, el desprecio a la pobreza. Quisiera ver menos vídeos de estos y más de altaneros comensales que le gritan a los meseros siendo detenidos.
Algunos pensaran que fue un acto de amor, yo tengo mis reservas. Lo que sin duda me parece prudente afirmar es que una vez más se demuestra que la libertad que supuestamente disfrutamos es sólo la de comprar y vender. Si no tienes con que, serás despreciado pues el único valor que se protege a rajatabla es el de la propiedad privada. Ni el altruismo, ni la compasión, ni nada más.
Ojalá los movimientos en favor de los derechos de los animales estén al pendiente del caso y tomen cartas en el asunto. Ojalá esto aumente la indignación que en muchos ya es demasiada. Ojalá aprendamos del “amo de las bestias” y controlemos un poquito nuestras pasiones egoístas para hacer algo por el prójimo, ya sea humano, planta o criatura.